Tras varias horas trabajando sin parar, estudiando o porque hemos pasado largo tiempo frente al ordenador, nuestro organismo comienza a presentar unos claros síntomas de cansancio, los cuales nos están advirtiendo que debemos reposar un rato.
El motivo principal por el que realizamos ese acto es debido a que el cansancio nos ha provocado sequedad en los ojos y el frotamiento hace que las glándulas lagrimales se estimulen y segreguen el líquido necesario (lagrimas) para humedecerlos, sintiendo un ligero alivio.
También influye el hecho de que cuanto más cansados estamos más se nos cierran los ojos y el frotarlos de vez en cuando nos los relaja y mantiene abiertos más tiempo.
Por último, está el reflejo óculo-cardíaco o, dicho de otra manera, la conexión que existe entre los músculos de alrededor de los ojos ( extraoculares) y nuestro corazón. La estimulación de esos músculos oculares a través de frotamientos hace que se ralentice el ritmo cardiaco, ayudando a sentirnos algo más relajados y descansados.
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