El enfado:
¿Por qué nos resulta tan difícil controlarlo?
¿Te enfadas a menudo? ¿Eres de grito fácil? ¿Sientes a veces que "te va a dar algo" porque las cosas no son como te gustaría que fueran? Toma nota y aplícale paciencia y aceptación.
Tu salud te lo agradecerá.
La mayoría de las personas pasamos demasiado tiempo enfadadas, aunque sean sólo explosiones cortas de un grito o dos, pero reiteradas. Nos enfadamos con los hijos, con los amigos, con la pareja, con el trabajo, con la vida. Y el enfado es como una batería que se va cargando, cada vez coloca a las partes en posiciones más enfrentadas y hace nuestros esfuerzos más ineficaces. Por si fuera poco, tiene una incidencia directa en un amplio abanico de enfermedades -incluidas las del corazón, presión arterial y otras.

Nos enfadamos contra lo que no aceptamos.
Nos enfadamos en relación directa al nivel de nuestras exigencias y nuestras expectativas. Y, por el contrario, es inversamente proporcional a nuestro nivel de aceptación. La frecuencia de nuestros enfados nos proporcionan, pues, una pista clara de nuestra capacidad de tolerancia y aceptación; asimismo, el objetivo de nuestros enfados identifica nuestros puntos flacos emocionales y cuáles son las personas y situaciones en las que deseamos ejercer un mayor control.

Sin embargo, por mucho que insistamos en culpabilizar al objeto de nuestros enfados, el mensaje claro que deberíamos observar es que tenemos un conflicto de aceptación con esa persona o situación en concreto, y más profundo cuanto mayor es la intensidad de nuestro enfado.
El primer test que deberíamos plantearnos consiste, por consiguiente, en detectar las personas o situaciones con las que nos alteramos con más frecuencia.


A mayor ego, más motivos para el enfado.



Porque al fin y al cabo, ¿no es ésa la propia historia personal, la de cualquiera? El crecimiento es como un parto difícil, una retahíla de contracciones dolorosas, que cada cual vive a su manera. Y en cada una de ellas, a veces perdemos las formas.
Controlar versus reprimir.


Cuando el budismo, la Terapia Racional Emotivo Conductual (TREC) la Gestalt o un sinfín de filósofos de todos los tiempos nos recuerdan, por tanto, la necesidad de un pensamiento racional que nos ayude a controlar las emociones que nos traicionan y a fortalecer las que se presentan como nuestras mejores aliadas, nos están señalando una estrategia que no tiene nada que ver con la represión de los sentimientos.
"Controlar el enfado no es lo mismo que reprimirlo. Esto último lo hacemos cuando ya domina nuestra mente, aunque no lo reconozcamos. Pretendemos no estar enfadados y controlamos nuestras acciones, pero no el odio propiamente dicho".

El control, por otra parte, no implica represión ni dolor alguno. Podemos callar o podemos responder ante el supuesto "ataque" de nuestra amiga, pero no hay molestia ni dolor si simplemente comprendemos y aceptamos. Si no sentimos la herida, probablemente lo que digamos, con amor, no será hiriente. En ese momento en que realmente controlamos nuestra mente (nuestros pensamientos, nuestras emociones) no experimentamos dolor, y por lo tanto no hay nada que reprimir. Y consecuentemente, no hay motivo para el enfado.

"Nuestra tarea en la vida es aprender a amar. Y los ingredientes más útiles para aprobar la asignatura residen en la comprensión y la aceptación". Christine Longaker.
El enfado y la salud.

Un reciente estudio confirma el efecto pernicioso de contener la rabia, pero precisa que exteriorizar los enfados de forma leve puede contribuir a reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Muchas investigaciones han coincidido en que la tendencia a la ira y el enfado reiterado tienen una relación directa con las enfermedades coronarias, sin embargo, pocos trabajos se han ocupado de investigar cómo afectan las diferentes formas de expresar esa ira. La Facultad de Salud Pública de la Universidad de Harvard, en Boston (EEUU), ha presentado recientemente las conclusiones de un estudio realizado con más de 23.000 varones de entre 50 y 85 años, en el que manifestaban la forma en que se comportan cuando se enfadan. En el transcurso de los dos años que duró el seguimiento se registraron 328 casos de enfermedades cardiovasculares.

La conclusión de Patricia Eng, directora del estudio, fue que "expresar el enfado de forma moderada parece proteger frente a estas patologías".
El dolor de cabeza.

Robert Nicholson, principal responsable del estudio, publicado en la revista médica "Headache" (especializada en dolores de cabeza, como su nombre indica), afirma que, en efecto, el enfado puede ser un ingrediente más entre los que interaccionan entre sí provocándonos dolores de cabeza reiterados. Nicholson ha estudiado 422 personas adultas de ambos sexos, entre las cuales 171 sufrían este tipo de dolencia. El científico analizó psicológicamente a cada persona, descubriendo si tenía o no un carácter colérico, y cuantificó cuán frecuentes y severos eran los dolores de cabeza que padecía. También tuvo en cuenta si el individuo tenía ansiedad o estaba depresivo, factores que ya han sido anteriormente relacionados con el dolor de cabeza.

Lo que propone Nicholson es aprender formas de combatir el enfado, evitándolo. Éstas son sus recomendaciones:
- Realizar tres inspiraciones profundas. Cuando estamos enfadados, nuestro cuerpo se vuelve tenso, y respirar profundamente ayudará a disminuir esta tensión.
- Entender por qué estamos enfadados. Debemos actuar como detectives y encontrar aquellos tipos de situaciones, personas o eventos que nos despiertan la ira. Así podremos evitarlos más fácilmente.
Expresémonos. Pero asegurándonos que no hacemos más daño. Expliquemos a los demás cómo nos sentimos, de una forma tranquila y comunicativa. Si a pesar de todo expresar nuestro enfado podría provocar nuestro despido, nuestro divorcio o incluso nuestra muerte, es mejor hablar con un amigo que con la persona que la ha provocado.
- Cambiemos de entorno. Paseemos durante cinco minutos y tomemos un poco de aire fresco. O pongamos la radio en medio del tráfico y cantemos a pleno pulmón.
- Miremos las cosas como una graduación de grises, y no como blanco o negro.
- Reconozcamos que la vida a veces es injusta y que en ocasiones quienes nos hacen enfadar no tienen razón.
- Dejemos ir las cosas que están fuera de nuestro control. Sólo puedes cambiarte a ti mismo y tus respuestas frente a los demás, no lo que los otros te hagan a ti. Enfadarse no soluciona la situación y nos hace sentirnos peor.
- Y por último, perdonemos. Quizá sea la estrategia más difícil, pero sin duda es la más efectiva.

La perspectiva espiritual:
Las consecuencias del enfado.


¿Cómo controlar el enfado?
Cuándo nos demos cuenta de que nos vamos a enfadar, hemos de recordar las consecuencias.
- Tomar una fuerte determinación de no enfadarnos teniendo en cuenta sus consecuencias será de gran ayuda. Al principio podemos hacerlo durante unas horas, con el tiempo durante días.
- En vez de culpar a las circunstancias externas o a los demás, hemos de considerar que nuestra falta de aceptación y consiguiente enfado son las causas de nuestro malestar.
- Si aceptamos a los demás tal y como son, sin juzgarlos, mejoraremos nuestras relaciones y controlaremos nuestras actitudes de enfado y crítica.
Cuando estemos a punto de enfadarnos con alguien, hagamos un esfuerzo por recordar todo lo bueno que recibimos de esa persona.
- Alegrarnos de las buenas cualidades de los demás y de su buena fortuna contrarrestará nuestro enfado y nuestras críticas, nos ayudará a desarrollar potenciales similares a los que admiramos y, al mismo tiempo, nos ayudará a superar la envidia.
- El auténtico antídoto del enfado es la paciencia.
- Paciencia no es resignación. Con paciencia podemos mejorar lo que deseemos y comunicarnos mejor con quienes nos rodean.
- Shantideva, antiguo maestro budista indio, decía que en momentos de mucho enfado es mejor quedarnos como un trozo de madera que actuar movidos por una actitud destructiva. En ese momento nos podemos aislar, relajar nuestro cuerpo y con él calmar la mente.
- Controlar el enfado no es reprimirlo.
- Si rechazamos las dificultades y nos enfadamos, no hacemos más que empeorar la situación.
- Shantideva también decía: "si algo tiene solución, ¿por que ser desdichados? Y si no la tiene, tampoco hay razón para serlo".
http://crecejoven.com/autoayuda--el-enfado
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